Año tras año, que por mayo era por mayo, una madre descuelga el teléfono y da la voz de alarma: ya están llegando los libros de los muchachos.
Deconstruyamos, pues, la frase:
- con los muchachos se refiere a vosotros y vosotras;
- los libros concurren al Premio de Poesía Joven "Pablo García Baena";
- y ya están llegando equivale a ya me toca ir los sábados a Correos con el carrito de la compra.
La madre que peregrina, la madre que transporta, la madre amantísima que desentraña el origen grecolatinamente señalado por el matasellos, se llama Doña Araceli: a ella debemos, y agradecemos, que el premio de poesía que convoca La Bella Varsovia atraque en el mejor de los puertos. Sin sus paseítos a nuestro apartado de correos cada mañana de sábado, sin su cariño al asignar un número de llegada (ese 1, ese 2 rodeados por un circulito en la esquina superior derecha), sin su máximo secreto al separar poemario de plica (uno a la bolsa, otra a la carpeta), ¿qué sería de nosotras?
(Mientras tanto Doña Pilar, la otra bella madre varsovia, arriesga su paciencia contemplando su piso transformado en almacén, y batallando con esos siempre rebeldes mensajeros, que se anuncian para una hora e irrumpen el día siguiente. Sea dicho, reconocido, y loado. Sin su santa paciencia, sin su capacidad negociadora, ¿qué sería de nosotras?).
Los sábados Doña Araceli madruga, desayuna con calma, se averigua (que es un verbo muy cordobés: espera que me averigüe, me levanté dos horas antes para averiguarme) y sale a la calle. Su compañía es el carrito de la compra, no tanto porque visite el supermercado, sino porque los sobres se transportan así de forma más sencilla.
En otras ocasiones le sustituye Don José Luis, armado con su bici y con su mochila a cuestas, y es él quien asoma por la estafeta para recoger vuestros poemarios; cuando el final del plazo de recepción se acercan, y los poemarios se multiplican, tira la toalla y las dos ruedas, y adopta el sabio método araceliano, y en ocasiones (cuando vuestro entusiasmo nos desborda, véanse siempre las dos semanas anteriores y posteriores al final del plazo de recepción) hasta tiran de coche y maletero.
Así que ya sabéis: es una santa madre la que rompe el precinto, numera vuestros libros, os desea toda la suerte del mundo y la tarde del fallo no celebra la victoria, sino que evoca con melancolía a quienes no la han conseguido.
Porque esta confesión restará glamour a nuestro premio, pero nos gusta pensar que realza su sabor a ricas albóndigas con salsa de zanahoria, o al insuperable cocido de la señora Navarro.
2 comentarios:
Esta confesión hace que se sienta más cerca, un premio menos hermético. Es por esto que seguro que se presentará muchísima gente y cada año se irán sumando ;)
Enhorabuena por toda la agitación cultural que hacéis, así... gustaría ser de Córdoba :)
Pues me encantaría conocer a Doña Pilar.
Mi primer ejemplar llegó a sus manos, y el libro definitivo (recién salido de imprenta)también en una caja... =)))
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